Donald Lau, escritor de galletas de la suerte, 30 años escribiendo fortuna

Escritor de galletas de la suerte

Comienza un nuevo año y con él los buenos propósitos que todos tenemos en mente el día 31 de diciembre, sabemos que los logros se consiguen a través del trabajo duro y la perseverancia. Pero, en el otro lado está la suerte, el deseo de conseguir un sueño quizás sencillo, quizás inalcanzable.

Dentro de los trabajos singulares, el de redactor de deseos de las galletas de la fortuna, me parece además de interesante, un oficio con esa pizca de magia e ingenio que no debe faltarnos en todos los ámbitos. ¿Conoces la historia de estas afortunadas galletas?

¿Japonesas o chinas? El origen del escritor de las galletas de la fortuna

Las conocidas galletas que aparecen multitud de películas norteamericanas, no son de origen chino, ¿has pensado que eran de allí? Yo también lo creía pero resulta que son una idea de los japoneses.

La Segunda Guerra Mundial y los estragos que hizo en la población nipona, supuso el cierre de sus negocios y entre ellos estaba la elaboración y fabricación de las galletas con mensajes de la suerte. Entonces, la comunidad china las popularizó.

El escritor de mensajes de la fortuna que perdió la inspiración

Donald Lau, nuestro protagonista, tras 30 años escribiendo los deseos de la suerte en el mayor productor de galletas chinas de EEUU, se bloqueó en 2017 y pasó el testigo a James Wong.

La casualidad quiso que Donald Lau se dedicara a escribir los mensajes que aparecen dentro de las galletas de la fortuna.

Todo gracias a ser el que mejor dominio del inglés tenía en la plantilla allá por la década de los 80. La compañía Woonton Food adquirió la división de galletas y noodles así que le asignaron la tarea de actualizar todos los mensajes de la suerte que estaban en el archivo en ese momento.

Creatividad e inspiración en su entorno para los mensajes de la fortuna

Cuando en 1973, una empresa con diez empleados y una sola línea de producción en una planta en el barrio chino de la ciudad de Nueva York inició su andadura, no imaginaba que cuarenta años después, los productos se disfrutarían en todo el territorio de los Estados Unidos.

Y tampoco que su vicepresidente, Donald Lau sería el encargado de trasladar los mensajes enigmáticos más propios de un horóscopo al inglés.

Con el tiempo, el creativo a la fuerza, que empezó a inspirarse en su entorno, en las frases que decían sus amigos, en las noticias y en vivencias personales se quedó sin ideas, porque nadie dijo que escribir fuera fácil y menos deseos para los demás.

Y como los grandes novelistas, sufrió un bloqueo tras llevar décadas redactando los sueños de los consumidores estadounidenses, decidió cerrar,  la fábrica de los deseos y tras seis meses su predecesor ya estaba listo para sustituirle.

La verdadera fortuna de los chinos, fue la desgracia de los japoneses

Los primero escritores de galletas de la fortuna fueron los japoneses

Pero como ya os he comentado antes, estas galletas y sus mensajes son de origen japonés y me gustaría honrar la memoria de quienes tuvieron la idea y dejar claro que en Japón también se siguen comiendo estas galletas pero en su caso, saladas. Un trabajo artesanal con una historia que tiene su origen en el Kyoto del siglo XIX.

La historia de las galletas de la fortuna es como la vida misma, unos hacen el esfuerzo y otros se llevan el mérito. No sólo se trata de unas galletas, sino de que los chinos aprovecharan unas circunstancias tan horribles como el bombardeo de Pearl Harbor y los japoneses en suelos estadounidenses fueran apresados y llevados a campos de concentración para robarles la idea y el negocio.

Así que desde este humilde blog, hago un homenaje a ese dulce y salado manjar que, en el fondo, no deja de ser una excusa para confiar en que su interior, encontraremos un mensaje que nos haga esbozar una sonrisa.

¿Os gustan estas galletas, conocíais la historia de su origen?

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¿Quién soy?

ALQUIEN QUE APUESTA POR LA ÉTICA SOCIAL Y LA IGUALDAD

En el ámbito profesional llevo más de trece años trabajando en diferentes empresas y en distintos puestos. Este bagaje me ha ayudado a aprender y a conocer de primera mano muchas historias en primera persona, quizás alguna similar a la tuya.