El artículo 25.2 de la Constitución Española recoge como derecho fundamental que las penas privativas de libertad deben estar orientadas hacia la reeducación y reinserción laboral y social de las personas presas.
Todos cometemos errores. Algunos más graves que otros, pero cuando se paga por ellos y se recibe una formación para reinsertarse en la sociedad, el estigma de ‘ha estado en la cárcel’ debería quedar en un segundo plano.
Cuando una persona sale de prisión no tiene la oportunidad de demostrar lo que vale.
Dentro de la cárcel preparan a la gente para integrarse, pero a los de fuera nadie nos prepara para integrarlos. Por eso, los programas de formación para este colectivo son importantes pero aún más que los miedos a la hora de contratar a una persona que cumplió su condena se esfumen.
Cualquier cosa que hagas será insignificante, pero es muy importante que lo hagas, decía Gandhi. Por lo tanto si está en tu mano ofrecer un trabajo a una persona que cometió un error, hazlo. Es importante.
Los muros de las prisiones no solo separan familias, destrozan futuros a veces por falta de educación, de habilidades sociales o por el contexto en el que se ha vivido.
Los programas de reinserción laboral sirven para llevar de la mano a una persona que ha estado alejada de la realidad y formarlo para que se defienda en el mercado laboral y sepa afrontar cuando le digan no.
Un currículum con espacios en blancos, resulta sospechoso para un empresario. Es lógico. Pero si el trabajo es un derecho y todos somos iguales, el resultado debería ser sencillo: no juzgar.
Una persona que ha demostrado con su esfuerzo en un programa formativo para volver a trabajar, está diciendo:
“Cometí un error, pagué y ahora quiero ser mejor persona”.
Te cuento una experiencia que viví: Un chico termina un curso de formación con la mejor nota y excelente comportamiento, y cuando realiza una entrevista para un puesto de trabajo dice que ha estado en la cárcel.
Es sincero, se siente seguro porque está esforzándose mucho en su formación y en aprender. Y como premio a su sinceridad, recibo una llamada por lo que les ha contado.
El medio abierto: en la calle hacia la integración y reinserción laboral
El medio abierto permite el contacto progresivo con la sociedad y del cual se benefician quienes se encuentran en un proceso acreditado de inserción social.
Normalmente se dirige a personas clasificadas en lo que se denomina “tercer grado”. Disfrutan de un régimen de vida que permite el contacto diario con el exterior y se apoya en todo tipo de recursos comunitarios para garantizar una reinserción efectiva.
Pero el trabajo no acaba aquí: la formación debe tocar muchos palos: orientación laboral, técnicas de búsqueda de empleo, acompañamiento y seguimiento para la inserción laboral y así hasta que se produzca el milagro. Es decir, que Antonio, Pedro o María encuentren un empleo y puedan comenzar una vida como tú y como yo.