El salario, un sueño. Un oasis en estos tiempos que corren donde la precariedad laboral, va de la mano de muchas ofertas de trabajo donde se trabajan muchas horas y la recompensa brilla por su ausencia. Por fortuna, cada vez son más las empresas que prefieren retener el talento, y eso tiene un significado: apostar por el salario emocional.
¿Qué es el salario emocional? Algo que no se paga con dinero. Es ser capaz de generar un clima en el trabajo tan agradable, que uno no quiera marcharse a casa, o sin llegar a la exageración, se levante cada mañana deseando acudir a su puesto.
Cuando los empleados son la parte más importante de la empresa
En mi caso, me apasiona mi trabajo, me gusta lo que hago y las personas de las que estoy rodeada. Tengo dos fuertes motivos para pensar cuando llega el lunes que soy una mujer afortunada. ¿Te sucede lo mismo?
El espacio físico en una oficina ya lo dice todo, imaginad una mesa enorme y los trabajadores, concentrados cada uno en su tarea pero sin jeraquías. El respeto entre lo que cada cual hace no es obstáculo para trabajar juntos y consultar dudas o algún comentario distendido.
Las ventajas del salario emocional son: mayor productividad, reducción del absentismo laboral y una menor rotación de personal.
Algo tan simple como cuidar de los empleados, compensa. Porque todos tenemos problemas y no se quedan en la calle, a veces, vienen con nosotros mientras desempeñamos nuestra labor. Y el clima ayuda. Sobre todo a que los obstáculos personales no nos impidan trabajar.
El salario emocional: en busca y captura de trabajadores motivados
Cuando somos nuevos, todo resulta emocionante, los nervios y la alegría de aterrizar en un empleo, nos llevan a hacer nuestro trabajo bien, y si puede ser, mejor que bien. La ilusión es nuestro motor.
Apenas somos conscientes del ambiente porque nos sentimos útiles. Pero esa motivación hay que saber mantenerla en el tiempo, sobre todo si nos consideran un trabajador que cumple.
Es ahí, cuando el jefe debe sacar ese espíritu de líder y jugar bien sus cartas.
La estrategia se basa en preocuparse de veras por tus empleados. Más allá de la mera cortesía, ¿su horario les permite conciliar vida personal y profesional? ¿Existe algún conflicto entre los compañeros? ¿Tienen la suficiente confianza como para acudir a ti cuando surge un problema?
Y por otro lado, los trabajadores también tienen que ser conscientes de que distendido no es sinónimo de no producir. Todo se basa en un toma y daca. Hallar ese equilibrio por parte del gerente es lograr algo fascinante: Que un trabajador sepa que tiene futuro en la empresa y es valorado, por lo que trabajará a gusto.
¿Y tú, te sientes tan bien en tu trabajo que estás deseando que llegue el lunes?